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El Camino Bíblico - 23 de Abril


1 Kings 5

En la lectura de hoy:

Salomón edifica el templo y su propio palacio; todos los muebles y los utensilios del templo

El templo de Salomón fue el doble del tamaño del tabernáculo, pero todavía era relativamente pequeño, sólo 90 pies de largo, 30 pies de ancho, y 45 pies de alto. El interior estaba dividido en dos cuartos. El primer cuarto se llamaba el lugar santo, y medía 60 por 30 pies; el segundo cuarto se llamaba el lugar santísimo, y medía 30 pies cuadrados.

«En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová» (I de Reyes 6:1). Ningún otro edificio en el mundo se compara con el templo de Salomón. Los más costosos materiales y tesoros fueron derramados sobre él. Pero el mundo sólo podía observar la belleza exterior del templo; su verdadera gloria estaba en la Presencia de Dios, quien escogió morar dentro del lugar santísimo.

El templo fue edificado sin el sonido de los artesanos, pues las piedras fueron talladas en la cantera y hechas listas para que encajaran bien sobre el monte de Moriah (6:7). Esto nos recuerda de no confundir el ruido por el crecimiento espiritual. Nosotros somos transformados a Su gloriosa imagen, no por el ruido de los esfuerzos humanos, pero silenciosamente por el poder del Espíritu Santo, así como día tras día Dios perfecciona Su templo adentro de cada creyente (Zacarías 4:6).

Cada hijo de Dios es más precioso para nuestro Padre Celestial que el templo de Salomón. «¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (I de Corintios 3:16-17) «Porque somos hechura Suya (nacidos de nuevo), creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:10).

Cada día es una seguridad sagrada que llega a tener más significado con la realidad de que el Dios del cielo vive en cada creyente. El milagro del nuevo nacimiento y la presencia del Espíritu Santo morando adentro de cada creyente es la diferencia entre el verdadero creyente y el «mundo religioso». Jesucristo dijo: « . . . Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por Mí» (Juan 14:6). El apóstol Pedro afirmó: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12).

Pensamiento para hoy:

La belleza del creyente es la presencia de Dios que mora dentro y resplandece hacia afuera.

Lectura opcional: Hechos 24

Versículo de la semana para aprender de memoria: Juan 13:33