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El Camino Bíblico - 4 de Julio


Psalms 52

En la lectura de hoy:

La tendencia de una lengua corrupta; la necedad del ateísmo; una oración para la protección; el llanto contra los falsos amigos; la confianza del salmista en Dios

Dios tiene que juzgar todo pecado no confesado. Así fue bien adecuado que David, varón conforme al corazón de Dios (I de Samuel 13:14), expresó el gran aborrecimiento que Dios tiene contra el pecado. En el Salmo 59 están incluidos los castigos que Dios juzgará contra todos los malhechores en el día del juicio final. El salmista dijo: « . . . No tengas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. . . . Acábalos con furor, acábalos, para que no sean» (Salmo 59:5,13). David escribió: «Sean raídos del libro de los vivientes, y no sean escritos entre los justos» (69:28).

Asaf dijo en su cántico: « . . . los que Te aborrecen alzan cabeza. Contra Tu pueblo han consultado astuta y secretamente . . . (Han) dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. . . . Sean deshonrados, y perezcan» (83:2-4,17).

El salmista presenta el pecado como rebelión contra Dios. David se identificó con Dios, quien aborrece el pecado: «Los aborrezco por completo; los tengo por enemigos» (139:22). El decir «los aborrezco por completo» no nos habla del celo, del rencor, de la envidia, o de la ambición personal. Al contrario, es la misma expresión del rey que reconoció que él era el ungido representante de Dios sobre la tierra, y que él era responsable de administrar la justicia por parte de Dios.

Toda la humanidad ha heredado la naturaleza pecaminosa por medio de Adán. Por consiguiente, «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso . . . » (Jeremías 17:9). « . . . No hay justo, ni aun uno . . . por cuanto todos pecaron . . . » (Romanos 3:10,23), y están espiritualmente « . . . muertos en (sus) delitos y pecados» (Efesios 2:1). Porque Jesucristo es el eterno Hijo de Dios, nacido por medio de una virgen, la naturaleza pecaminosa que ha pasado desde Adán a todos los hombres no existió en Él, y así Jesús nació sin pecado (II de Corintios 5:21). Él también vivió «sin pecado» (Hebreos 4:15). Por tener una naturaleza impecable, Jesucristo fue el único apto para morir en nuestro lugar por nuestros pecados para que nosotros pudiéramos recibir vida eterna (I de Juan 5:11). El arrepentimiento verdadero prepara nuestro corazón para recibir a Cristo como nuestro Salvador y permite que Él llegue a ser el Señor de nuestras vidas mientras que vivimos en obediencia a Su Palabra (Hechos 2:38; 4:12).

Nuestro amoroso Salvador pronto volverá como Rey de reyes. « . . . (Y) con justicia juzga y pelea. . . . De Su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones» (Apocalipsis 19:11,15).

Pensamiento para hoy:

Cuando agradamos a Jesús recibimos la seguridad de ese lugar donde vamos a pasar la eternidad.

Lectura opcional:

I de Tesalonicenses 3

Versículo de la semana para aprender de memoria: Apocalipsis 22:12