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El Camino Bíblico - 28 de Enero


Read Exodus 32

En la lectura de hoy:

Moisés en el monte Sinaí; Aarón con el becerro de oro y su destrucción; la muerte de 3.000 israelitas; la Ley es renovada; el pacto de Dios; tres fiestas

Moisés estaba en el monte Sinaí cuando Dios le dio «dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios» (Éxodo 31:18). Al mismo tiempo, algo trágico estaba pasando al pie de la montaña. «Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido» (32:1). No le tomó a Aarón mucho tiempo para hacer un becerro de oro y « . . . edificó un altar delante del becerro . . . Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz» (32:2-6).

Un holocausto verdadero era un deleite al Señor, pues simbolizaba un rendimiento completo delante de Él; pero estos sacrificios de idolátricos eran una gran hipocresía.

Al volver al campamento, Moisés vio rápidamente que los israelitas se habían corrompidos (32:7). ¿Pensaban ellos que un becerro de oro, el cual ellos podían ver, era un mejor recordador de lo que ellos adoraban, que el invisible, pero siempre presente Dios? ¿Querían ellos volver a Apis, un dios de los egipcios en la forma de un toro? Solamente seis semanas antes, la congregación entera había jurado: «Todo lo que Jehová ha dicho, haremos» (19:8).

La adoración falsa siempre nos lleva a una irresponsable conducta moral. Comparemos los pecados de los israelitas con nuestro comportamiento en el siglo vigésimo primero. Casi todos rechazaríamos ídolos hechos por los hombres; pero pensemos lo fácil que el dinero, las posesiones, los talentos, los pasatiempos, y la fama y el éxito se convierten en ídolos para muchas personas. El apóstol Pablo nos recuerda que aun « . . . habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido» (Romanos 1:21).

El becerro de oro está como un símbolo de la inteligencia humana, la cual siempre desarrolla su propio sistema de adoración, añadiéndole o separándose de la Palabra de Dios. El mundo admira a la persona independiente, que vive con una resolución de estar en control de todo, « . . . y en las obras de sus manos se regocijaron» (Hechos 7:41).

Pensamiento para hoy: Si seguimos las opiniones de la gente siempre terminaremos en desastre.

Lectura opcional: Mateo 28

Versículo de la semana para aprender de memoria: Salmos 100:5