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Con Diseño Divino - La Semana del 6 de Agosto

Con Diseño Divino

Lo que me enseñó Rebeca

De la Palabra de Dios:“Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza” (Jeremías 17:7, NTV).

Bella, por dentro y por fuera. Bondadosa, porque se necesita mucha bondad para ofrecerse a dar agua a los 10 camellos de un desconocido, cargándola de un pozo que normalmente estaba a unos cuantos metros bajo tierra y al que había que llegar por una escalera estrecha...y teniendo en cuenta que un camello puede beber ¡hasta 40 galones de agua de una vez! Para ella era un día común y corriente, pero sin saberlo, ese era el día en que su destino cambiaría para siempre. Aquel encuentro, aparentemente casual, la llevaría a encontrar su “príncipe azul”, un pariente lejano al que no conocía y quien vivía muy lejos pero que la amó desde el primer día.

Se llamó Rebeca y su historia parece una película, de las mejores y más románticas de Hollywood. Pero, como toda realidad, su vida está matizada de cosas buenas y otras no tanto. Rebeca batalló muchos años con un problema que afecta a muchas mujeres, la infertilidad. Por fin Dios le concedió su anhelo, y el de su esposo que oraba por ella, pues quedó embarazada; ¡embarazada de dos bebés! La Biblia cuenta que estos bebés luchaban dentro de ella. Tanto así que Rebeca se sentía mal, e hizo lo que todas debemos hacer cuando algo nos hace sentir mal, pero que muchas veces dejamos para último: “fue a consultar al Señor” (Génesis 25:22). Y fue en esa consulta que Dios le dio una gran promesa.

Lástima que muy pronto, como también nos sucede a nosotras, ella se olvidó de que el Dios que promete es fiel y no necesita nuestra ayuda. Años más tarde, al ver que aparentemente Dios se demoraba en cumplir lo que había prometido con relación a sus hijos, Rebeca decidió tomar las riendas del asunto y forzar el cumplimiento de la promesa. ¿Resultado? Separación familiar, no ver más a su hijo querido (el favorito, por cierto, pero eso es otro tema…), y producir un profundo dolor en el corazón de su amado esposo, ya anciano.

Hoy quisiera que aprendiéramos dos cosas de esta mujer, porque todas tenemos algo de Rebeca.

1.      Cuando se sintió mal, cuando algo le perturbó, Rebeca fue a consultar a Dios. Eso habla de que ella con muy bien a Dios, sabía que en él estaría la respuesta. En demasiadas ocasiones cuando nostras tenemos un problema buscamos ayuda o respuesta en muchas personas o recursos humanos antes de ir a Dios. ¿Por qué lo hacemos? Porque no conocemos a Dios lo suficiente. No creemos que realmente él sea quien dice ser, que pueda hacer lo que dice que puede hacer. Rebeca estaba segura del Dios en quien creía, y por eso acudió a él. Ella conocía al Dios de su vida, no de oídas, sino por experiencia propia. Demostró esa misma confianza desde el principio cuando, al escuchar la historia que el criado de Abraham contó, decidió que si Dios estaba en el asunto, no había nada que temer. Y dejó a su familia para ir a encontrarse con el esposo que Dios le estaba regalando. No hay ser humano ni recurso humano que pueda darnos la solución perfecta que Dios nos dará, incluso cuando nos parezca lo contrario. Pero para tener tal certeza necesitamos conocer a bien a Dios.

2.   Dios no necesita nuestra ayuda para cumplir con su papel. La intervención de Rebeca para tratar de “ayudar” a Dios trajo un desastre sobre su familia. Su suegra Sara, a quien ella no conoció, hizo lo mismo, y las consecuencias todavía las vemos hoy, la enemistad eterna entre judíos y árabes. Cada vez que intentamos intervenir en los planes de Dios, los resultados son nefastos. Si Dios promete, él cumple. Si esa promesa incluye que nosotros hagamos algo, él nos lo hará saber. Si no, estemos quietas. Y no tratemos de manipular las cosas. Aprendamos de Rebeca quien tuvo que pagar un precio muy alto. 

Empieza una nueva semana, te exhorto a conocer más a Dios, de manera que siempre acudas a él con confianza, como tu mejor recurso. Y recuerda, no trates de ayudarle. Él es suficiente. 
¡Así vivimos como él lo diseñó!

Wendy

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