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Alimento Diario - 22 de Febrero, 2018

  

Febrero 22

Leer Marcos 4:1-2, 35-41

DURMIENDO EN LA BARCA

Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?” (Marcos 4:37-38)

Seguramente estaba muy cansado. Después de haber predicado todo el día, Jesús está ahora durmiendo en la parte de atrás de la barca sobre una almohada. Dudo que fuera una ‘almohada’ como las que conocemos hoy. Quizás no fuera más que una tela que cubría las redes. Fuera lo que fuese, me sorprende que fuera tan cómodo como para que permaneciera dormido en medio de una tormenta con olas tan grandes que hasta echaban agua adentro de la barca. Sí, seguramente estaba muy cansado.

Y los discípulos estaban muy asustados. Varios de ellos eran pescadores y conocían el Mar de Galilea y sus tormentas. Ya las habían vivido antes. ¡No eran marineros sin experiencia! Sin embargo, esta tormenta los tiene aterrorizados… tanto, que despiertan a Jesús diciéndole: “¿Acaso no te importa que estemos por naufragar?”

Indudablemente, eso lo despertó. Por más irrespetuosa que haya sido, la ‘oración’ de los discípulos despertó a Jesús y lo puso en acción. “¡Silencio! ¡A callar!”, dice, y la tormenta se tranquiliza: el viento deja de soplar y el mar se calma. Luego Jesús encara la tormenta personal de los discípulos: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?”

Mientras escribo esto, me llegó la noticia que es probable que a un ser querido le haya regresado el cáncer. No quiero navegar por esa tormenta y he pedido de rodillas a Jesús que se despierte y que sea él quien lidie con ella, porque yo tengo miedo… ¡AYÚDAME! Esta barca se está llenando de agua. Por favor, Señor, ¡despiértate!

La situación es horrible. Y, sin embargo, Jesús está con nosotros en nuestra barca. No se ha ido a ninguna parte. Él escucha nuestras oraciones, por más asustadas, irrespetuosas o faltas de fe que sean. Y cuando él hable, la tormenta conocerá a su Señor.

Gracias a Dios por estar con nosotros.

Oración: Señor, recuérdame que siempre estás en mi barca y ayúdame a confiar en ti en todo momento, especialmente en las tormentas de esta vida. Amén.

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