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Alimento Diario - 5 de Marzo, 2018

  

Marzo 5

Leer Juan 2:13-22

UN AZOTE A QUIEN CORRESPONDE

Entonces hizo un azote de cuerdas y expulsó del templo a todos, y a las ovejas y bueyes… (Juan 2:15)

¿Jesús con un azote? ¿De veras? Y ni siquiera uno tomado prestado en un momento de indignación. No, Jesús deliberadamente encontró unas cuerdas, las trenzó, armó el látigo y lo usó. Pero, ¿en quién?

La lógica nos diría que en los animales. Cuando uno tiene bueyes y ovejas abarrotando un lugar, la forma más rápida de despejarlo es azotando a los animales. Sin embargo, los cuatro Evangelios claramente nos dicen: “… expulsó del templo a todos, y a las ovejas y bueyes…”. ¿Quiénes son esos “todos”? De acuerdo con Juan, son “los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y los cambistas”. De acuerdo con los otros tres Evangelios, son “todos los que vendían y compraban en el templo” (Mateo 21:12; Marcos 11:15; Lucas 19:45).

Parece que los animales quedaron a salvo. Es cierto que no debían haber estado allí, pero Jesús no los culpó por ello. Tampoco volcó las jaulas de las aves, lo cual podría haber herido a las palomas que estaban adentro, sino que ordenó a quienes las vendían que las sacaran de allí cuidadosamente. Jesús quería purificar el templo lo más rápidamente posible, pero también cuidaba de los inocentes atrapados en medio de tal lío.

Y gracias a Dios que es así, porque es muy fácil quedar atrapado en medio de una situación desagradable de otra persona. ¿Será que Dios me va a echar la culpa porque mi matrimonio se termina por causa de la adicción de mi cónyuge? ¿Será que Jesús me va a rechazar si me resulta difícil honrar a mis padres abusivos? ¿Debería haber hecho algo más cuando descubrí que mi jefe y mis compañeros de trabajo estaban quebrando la ley? ¿Será que soy realmente inocente? Quizás merezco ser castigado.

En respuesta a todas estas preocupaciones y aflicciones, Jesús nos dice: ‘He venido para estar contigo en medio de tu caos. Yo me encargo de tu culpa. He dado mi vida por ti y te he limpiado. Ahora me perteneces y ya nadie podrá quitarte de mi lado. Te amo.’

Oración:Te alabo, Señor, por la gran misericordia que me has mostrado aun cuando me siento culpable. Gracias por tu gracia demostrada en Jesús. Amén.

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