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Por siempre hijos - Primeros15 - 2 de Septiembre


Tema de la Semana: Ser Hijo de Dios

Como hijos del Dios Altísimo se nos ha concedido el acceso a un amor incondicional, tangible y perfecto. Todo lo que necesitamos lo tenemos en la relación con nuestro Padre celestial. Él anhela revelarse ante nosotros como un Padre amoroso y real; desea que vivamos en la plenitud de una relación restaurada con él y quiere que experimentemos su vasto e ilimitado amor. Que esta semana crezcamos en nuestra comprensión y experiencia de Dios como nuestro Padre bueno y amoroso al considerar lo que significa ser sus hijos.

Por siempre hijos

Pasaje Bíblico:“Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano”. Juan 10:27-28

Devocional:

Como discípulos de Jesús tenemos la plena seguridad de tener una relación eterna y cara a cara con nuestro Padre celestial. Juan 10:27-30 dice:

“Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno”.

Una vez que nos convertimos en hijos de Dios al confesar con nuestra boca y al creer en nuestro corazón que Jesucristo es verdaderamente el Señor sobre todo lo que existe, somos hijos de Dios para siempre (Romanos 10:9). Ningún pecado, lucha, prueba o rebelión puede arrancarnos de las manos del Padre. Y como hijos de Dios ya no miramos a este mundo sino a nuestra restauración total y a nuestra redención y glorificación como nuestra fuente de esperanza.

Hay una paz y una alegría trascendentes en la verdad de que este mundo no es nuestro lugar de descanso final. Tus dolores y pruebas son temporales y débiles en comparación con la increíble vida que te espera en el cielo con tu Padre. Romanos 8:38-39 dice: “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios,ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”. Descansa en el hecho de que tu Creador te ama plena y constantemente. Nada que tú u otra persona pueda hacer tiene el poder de arrancarte de su mano. Dios hizo la salvación lo más simple y completa posible; una vez que has sido salvado y llevado al reino de Dios, eres salvo para siempre.

Tito 3:4-7 dice: “Pero, cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, el cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador.  Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna”. Tu salvación tiene que ver con la gracia de tu Padre, no con tus propias obras Si la salvación alguna vez se tratara de nuestra propia fuerza, dejaría de estar arraigada en la gracia amorosa de Dios y descansaría sobre nuestros hombros en lugar de hacerlo en la muerte de Jesús.

Poner nuestra esperanza en una relación eterna con nuestro Padre es el camino hacia la libertad de las ansiedades y las cargas de este mundo. Nunca conoceremos verdaderamente la vida abundante hasta que vivamos entregados a nuestro Rey y Salvador y pongamos las coronas y preocupaciones de esta vida a sus pies. Este mundo no es tu hogar. Este mundo no está hecho para ser tu mayor satisfacción. Busca una relación más profunda con tu Padre y observa cómo el estrés y las preocupaciones del mundo caen a la luz de su gloriosa gracia. Pon tu esperanza solo en él y síguelo hacia una vida abundante, libre de las preocupaciones, dudas y temores que provienen de vivir para el mundo en lugar de vivir para Jesús.

Guía de Oración:

1. Medita en la promesa de Dios acerca de tu salvación eterna como creyente. Permite que la Biblia te guíe a poner tu esperanza solo en el Padre.

“Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno”. Juan 10:27-30

 “¿Qué afirma entonces? ‘La palabra está cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón’. Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo”. Romanos 10:8-10

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte”. Efesios 2:8-9

2. ¿Dónde has estado poniendo tu esperanza? ¿Qué has estado buscando como tu fuente de satisfacción en lugar de Jesús?

“Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él”. Jeremías 17:7

3. Tómate un tiempo para confesar y entregar cualquier forma en la que hayas estado buscando satisfacción fuera de Jesús. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a poner tu esperanza y confianza solo en Dios.

“Por tanto, digo: ‘El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!’”. Lamentaciones 3:24

“Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Romanos 15:13

Que Romanos 5:2-5 encienda en ti un estilo de vida de rendición continua y de búsqueda de una relación restaurada con tu Padre:

“También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”.

Lectura Complementaria: Juan 10

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