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El deseo de Dios de encontrarse con el hombre: Jesús con nosotros - Primeros15 - 27 de Septiembre


Tema de la Semana: El Deseo de Dios de Encontrarse con el Hombre

A lo largo de la Biblia vemos innumerables ejemplos de Dios encontrándose con el hombre e innumerables vidas siendo transformadas como resultado de esto. Estos ejemplos se encuentran en las Escrituras para estimular nuestra fe y para llenarnos con el deseo de encontrarnos con nuestro Creador. Cuando leemos acerca de la vida de David, debemos llenarnos de deseos de vivir como él, centrados en encontrarnos con nuestro Padre celestial. Cuando leemos acerca de Gedeón o Moisés, debemos anhelar conocer a nuestro Dios como ellos lo hicieron. Cuando leemos acerca de Jesús viniendo por nosotros o lo que sintió por la mujer sorprendida en adulterio, debemos responder buscando generar encuentros con nuestro Salvador. Cuando leemos acerca de Pentecostés y de la segunda venida de Jesús, debemos buscar la plenitud de la presencia de Dios que está disponible para nosotros en esta tierra como una preparación para la era venidera. Que esta semana tu corazón se llene de un sincero deseo de seguir encontrándote con Dios.

El deseo de Dios de encontrarse con el hombre: Jesús con nosotros

Pasaje Bíblico:“‘La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel’ (que significa ‘Dios con nosotros’)”. Mateo 1:23

Devocional:

No hay una representación más poderosa del amor de Dios por nosotros que Jesús dejando su trono para humillarse, encarnarse y habitar entre los hombres. Al bajar hacia nosotros Jesús demostró perfectamente la gracia de Dios y el deseo de encontrarse con el hombre.

Imagina por un minuto el sacrificio de Jesús. Antes de venir a nosotros él era Espíritu, como Dios el Padre y el Espíritu Santo. Él habitó en todas partes en cada punto del tiempo. Estaba en perfecta comunión con el Padre y el Espíritu Santo. Jesús renunció a la naturaleza misma de su existencia para que podamos caminar en una relación restaurada con Dios. Él sacrificó ser Espíritu simplemente para que pudiéramos conocer el amor de Dios.

Jesús fue el deseo de Dios perfectamente personificado. En todo lo que hizo mostró claramente el deseo de Dios por la misericordia, la gracia, la justicia, la redención y el empoderamiento de su pueblo. Él es el centro de toda la historia. Toda la creación lo ve como Rey de reyes y Señor de señores. Isaías 9:6 nos dice: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.

Servimos al único Rey que dio su propia vida por sus siervos rebeldes e indignos. Servimos al único Dios que bajó de su trono y se humilló ante nosotros, incluso hasta el punto de la muerte. Servimos al Dios del amor perfecto que no puede hacer nada que no esté completamente empapado de su amor por nosotros.

Puedes ver la vida, la muerte y la resurrección de Jesús y entender sin la menor duda que Dios desea encontrarse contigo. Si Jesús vino a la tierra para que recibas la redención y una relación restaurada con tu Padre celestial, no hay duda de que te encontrará exactamente donde estés, ahora mismo. El sacrificio de Jesús fue tan poderoso que te liberó para vivir en verdadera comunión con Dios.

Efesios 2:4-7 dice:

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús”.

Que hoy puedas descubrir lo que realmente significa estar sentado en los lugares celestiales con Cristo. Que puedas buscar toda la plenitud de la relación que te ofrece el poderoso sacrificio de Jesús. Que su venida a la tierra demuestre su poder en tu vida. Tómate un tiempo para tener comunión con Dios de la manera en que Jesús lo hizo. Camina como él anduvo y experimenta la plenitud de la vida que solo obtienes al encontrarte con tu Padre celestial por su gracia y amor.

Guía de Oración:

1. Medita en el deseo de Dios de encontrarse contigo como lo demuestra el hecho de que Jesús vino a la tierra.

“‘La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel’ (que significa ‘Dios con nosotros’)”. Mateo 1:23

“Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:14

“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”. Filipenses 2:5-8

2. ¿En qué áreas dudas de estar experimentando la presencia de Dios? ¿En qué áreas sientes como si fuera imposible encontrarte con tu Padre celestial?

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.  Juan 3:16

3. Alinea tu perspectiva con la verdad de la Biblia. Permite que la venida de Jesús te llene de fe y expectativa para experimentar todo aquello por lo que murió y quiere darte. Tómate un tiempo para reposar en Dios y encontrar las profundidades de su amor.

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús”. Efesios 2:4-7

Nosotros, como creyentes de hoy en día, a menudo nos contentamos con mucho menos de lo que tenemos a nuestra disposición en Cristo. Crecemos contentos con los programas, los sermones, la adoración y el estudio de la Biblia que carecen de la presencia de Dios. Creemos que la vida cristiana está marcada únicamente por la disciplina y la vida moral, en lugar de estarlo por encuentros transformadores con la santidad de Dios. Busca cosas más grandes. Reposa en tu Creador para que puedas saber cuán verdaderamente cerca estás de él. Búscalo y descubre la riqueza de su presencia y amor que ha estado disponible para ti todo el tiempo. En lugar de programas sobre él, que tu vida esté marcada por un encuentro directo con tu Padre bueno y amoroso.

Lectura Complementaria: Filipenses 2

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