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Alimento Diario - 24 de Mayo, 2012

  


La mano de Dios

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. - Isaías 41:10

Hace muchos años, cuando tenía alrededor de dos años, nuestra hija mayor tenía miedo de la oscuridad. Un rato después de haberla acostado íbamos a verla, para ver si estaba dormida. Muchas veces, cuando iba a fijarme, escuchaba su vocecita diciendo: “Papi, ¡está oscuro, está oscuro, dame la mano!”

En menos de uno o dos minutos de tener su mano en la mía, su cuerpo se relajaba y se dormía. Todavía guardo en mi memoria el verla dormir tranquila en su cama.

A través de los años ha habido momentos en los que, al igual que mi hija, he sentido miedo, sólo que, a diferencia del de ella, mis miedos han sido miedos de adulto. Esto no significa que los míos hayan sido más grandes, sino diferentes.

De cualquier forma, cuando los miedos me quitan la paz, recuerdo a mi hija, y le digo a Dios: “Padre, ¡está oscuro! Toma mi mano”.

¿Puedo compartir con usted que la confianza que tengo en que Dios está escuchando mis oraciones y que está a mi lado siempre casi siempre me han dado una paz inmediata? Quizás usted tenga algún miedo. Si es así, quizás le sirva recordar la oración de mi hija cuando era pequeña. Diga con fe: “Padre, está oscuro; por favor, toma mi mano”, y agradézcale porque gracias al sacrificio y al perdón de su Hijo, Él lo hará.

ORACIÓN: Padre celestial, toma mi mano y dame fuerzas para que pueda vivir mi vida para tu gloria en este mundo oscuro. En el nombre de Jesús. Amén.

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