Dios Sabe...Cuando Mi Fe Está Tambaleante, Parte 2 - La Semana del 20 de Junio

Dios Sabe...Cuando Mi Fe Está Tambaleante - Parte 2

Un día, Jesús regresó a Nazaret, el hogar de su niñez. La gente de ese lugar había escuchado que Él sanaba y predicaba. Pero estaban llenos de dudas. Ellos esperaban que el Mesías fuera un rey poderoso que usara ejércitos para liberarlos del poder de los Romanos. ¿Cómo podía el hijo de un pobre carpintero hacer eso?

Como de costumbre, Jesús fue a la sinagoga en el día Sábado. Alguien le trajo el libro del profeta Isaías y se levantó a leerle a sus amigos y vecinos de la infancia. "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos y a recuperar la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos, a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová." (de Isaías 61:1-2)

Entonces Jesús anunció, "Hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros." La gente empezó a pensar. ¿Estaban ellos en la oscuridad, en necesidad de ver la luz de la verdad? Lo que Jesús quería hacer por ellos no era lo que ellos tenían en mente. Él no había dicho nada acerca de liberarlos de los Romanos y hacerlos ricos y poderosos. La duda los estremeció y dijeron, "¿Acaso no es éste el hijo de José?" (Lucas 4:22)

Jesús sabía exactamente lo que la gente estaba pensando: Quizá si Él hacía algún milagro, creerían en Él. Pero Jesús nunca hizo un milagro para mostrar que Él era el Hijo de Dios. Él les recordó que los milagros son para aquellos que tienen fe. Les recordó la historia de Eliseo y Naaman. Jesús quería que sus oyentes vieran que la misericordia de Dios es para TODO aquel que tiene fe.

La gente respondió al mensaje de Jesús con coraje. Ellos no querían que los milagros de Dios estuvieran disponibles para cualquiera. Ellos estaban seguros de que eran el pueblo escogido de Dios y despreciaban a todos los demás.

La reunión terminó con la gente enfurecida empujando a Jesús fuera de la sinagoga y a través del pueblo. Asesinarlo estaba en sus mentes. Gritando y tirando piedras lo llevaron hasta la cumbre del monte de la ciudad. De repente la gente se detuvo. Confundidos, gritaban, "¿A dónde se fue? Jesús había desaparecido. "Mas Él pasó por en medio de ellos, y se fue." (Lucas 4:30)      

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